¿Es a mí?

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Este año he tenido la alegría y el privilegio de ganar el premio HarperCollins de Novela Romántica con mi novela “Fuego amigo, amor enemigo”, una historia de amor que comienza a tiros y con la que he conseguido aunar mi pasión por la novela negra y la Criminología y mi vocación de escritora romántica. Porque al igual que hay actrices que sueñan con ser Chica Almodóvar, lo mío era ser Chica HarperCollins desde que empecé a leer novelas románticas, desde el romance blanco al rojo, pasando por todos los colores hasta crear mi propio tono.

Por eso mi visita a la editorial pasó de inmediato a formar parte de mis recuerdos del túnel. ¿Que qué son los recuerdos del túnel? Siempre he oído eso de que al morir la vida pasa ante tus ojos. Qué horror, me dije un día. Toda la vida, sin depurar, a lo bestia, con todas sus miserias, sus fracasos y desgastes acumulados. Ni hablar. Fue entonces cuando empecé con mis recuerdos del túnel, los que voy filtrando de cara a ese momento, los que de verdad me quiero llevar en lugar del muro de las lamentaciones el completo. Así que, cuando entré en la editorial lo primero que pensé fue “He muerto y estoy en el cielo”. Solo que no lo pensé, claro, me pasa a menudo. En mi mente se dibujan las palabras y acto seguido mi boca las lee como si fuera idiota, y a veces voy por la calle leyendo pensamientos en alto. Pero sí, si el cielo existe es un lugar así, y lo añadí sin más a mis recuerdos del túnel como uno de los mejores momentos de mi vida.

La verdad es que no soy una persona valiente ni constante. Mi vida es un cúmulo de casualidades, unas más afortunadas que otras. Estudié periodismo en tiempos porque una profesora de instituto que me daba literatura decía que podría ser una gran escritora, pero lo cierto es que la carrera no me apasionó, y tampoco me dediqué activamente a escribir si no era en talleres literarios en los que trataba de ganar confianza leyendo mis historias a personas que compartían mis inquietudes. Cuando escribí esta novela, la mandé sin pensar, como hice con mi primera novela breve “No nos merecemos el cielo”, una novela que quería ser rosa y salió negra y con la que quedé finalista en el I Certamen de Novela Corta Ciudad de Leganés. Porque si pienso mucho las cosas al final no las hago, me entran dudas, me dejo llevar por el pánico y al final todo se queda en el ordenador. De hecho, mi pseudónimo es mucho más que un pseudónimo, es un alter ego que toma decisiones arriesgadas por mí, una persona ajena, independiente e interesante que va por ahí diciendo que es novelista con los labios pintados de rojo.

Premios como el de HarperCollins y el reconocimiento que conllevan, son tan importantes para mí porque disipan las dudas y me impulsan unos cuantos kilómetros más en la dirección adecuada. Y por eso me siento tan agradecida, por ese impulso que a veces me hace falta para creer en las cosas tanto como Allegra y no preguntarme todo el tiempo “¿Es a mí?” mientras en la editorial me dan la bienvenida como si fuera una escritora de verdad. Ya se me olvidaba otra vez: soy una escritora de verdad.

Y de verdad espero que disfrutéis de esta historia tanto como yo escribiéndola.


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